dijous, 10 d’octubre del 2013

Una pistola en el cajón.

Es fácil ser feliz cuando uno no está sólo. Intentamos ver en los demás un espejo en el cual mirarnos, y hasta llegamos a reconocernos.

Pero, ¿qué pasa cuando uno pierde ese espejo? ¿Dónde nos miramos?

El miedo nos come. Y no es el miedo de un niño que teme a la oscuridad, o miedo a una película o a una historia de terror... Es miedo a conocerse a uno mismo. Y no sólo miedo a llegar a conocerse, sino al hacerlo, no tener con quién compartirlo.

Es un miedo irracional, al cual ni siquiera podemos mirar de frente. Un miedo que viene de dentro, que nos congela y paraliza ante todo y ante todos.

¿Porqué nadie nos habla de la soledad? Se le da importancia a la familia, a los amigos, a la pareja... Pero no se nos enseña a estar solos. Nadie coje a su hijo y le dice:

''Oye chico, vas a sentirte solo muchas veces en tu vida. Y vas a pasar miedo, y vas a llorar, y vas a sufrir. Pero,¿sabes? Quizás, y sólo quizás, es más importante conocerse a uno mismo antes que aprender a entablar relaciones con otras personas, y no al revés.''

El problema es que, cuando un rayo de esperanza te deslumbra y crees que ya te conoces y te quieres tal y como eres, un demonio se te aparece. Un demonio hecho de inseguridades, de decepciones, de sentimientos a flor de piel, de miedo, de odio...

Ese demonio, que no eres más que tú mismo, te agarra con fuerza y te obliga a mirarle...y  tú lo intentas saciar con un pedacito de carne. Intentas que no hable, que no llore, que no te grite...

Pero poco a poco la carne se te agota, y es más difícil acallarle. Y lo ves a todas horas, en las caras de la gente, en el Sol, en el frío, en la vida en general.

Si uno no quiere acabar volviéndose completamente loco, necesita aprender a convivir con ese dolor profundo y punzante que es uno mismo. Y claro que es difícil bailar con el demonio a tus pies, pero hay que saber cuándo enterrar una parte de nosotros...y sonreír. O morir.


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada