dissabte, 26 d’octubre del 2013

FARTA.

Quan va sorgir la saga Crepúscle, la qual va generar que totes les meves amigues desitjaren que un vampiret apareguera en les seves vides i lis lleplara...ehm, sí, la sang... una cosa em va cridar l'atenció: La protagonista era molt vergonyosa. maldestra, amb una autoestima quasi inexistent, pràcticament invisible... fins que troba al protagonista, qui li otorga la seguretat que ella necessitava.(puaaaj)

Ho vaig deixar correr fins que va sorgir la següent saga desinhibidora d'hormones (o dit d'un altra manera, baixa-bragues). Estic parlant de ''A tres metres sobre el cel''. Curiosament, la protagonista era molt semblant a la de Crepúscle en alguns aspectes: També era molt insegura, inexperta, tímida... fins que, heròicament, el xic arriba a la seva vida i la salva. (JA-JA-JA)

Seguint amb Federico Moccia: Al llibre ''Carolina s'enamora'' vaig trobar de nou el mateix model de xica. Vaig voler pensar que tan sols era una fatídica coincidència fins que, fa relativament poc, vaig llegir la novel · la ''provocadora'' del moment: ''Cinquanta ombres de Grey'' (estic segura de que vos sona...).

Aquest darrer exemple ha fet que comence a pensar molt seriosament en el model de xica que ens proposa la literatura juvenil contemporània. (I no a soles la literatura, també el cinema, les cançons...)

Qué esperen els autors d'un llibre? Que els lectors es senten identificats amb els seus personatges per adintrar-se més en la història i per donar-li credibilitat, no? Bé, perquè el model de xica més recurrent és aquest? Vergonya, autoestima quasi inexistent, invisibilitat front el món, poca experiència en quasi tots els aspectes, i sobretot, la necessitat irrefutable de trobar un home que lis otorge tota la seguretat que no tenien avans.

I qué passa si jo no sóc d'aquesta manera? Sempre m'he considerat una dóna bastant independent, amb certa ambició i ganes de guanyar coses pels meus propis mèrits. I si jo tot açó ja ho tinc sense necessitat de que ningú ''me'l regale''? No tinc dret a sentir-me reflectida en els personatges femenins dels llibres juvenils de l'actualitat?

Amb tot açó no vull dir que aquestos llibres no siguen bons, a soles m'agradaria fer-vos reflexionar sobre com, subliminalment, ens projecten contínuament models de xica submissa en espera de l'heroi que les salve. Jo no em sent d'aquesta manera. No sóc una Bella, una Babi, una Carolina o una Anastasia.

I vosaltres? Qui voleu ser?


dijous, 10 d’octubre del 2013

Una pistola en el cajón.

Es fácil ser feliz cuando uno no está sólo. Intentamos ver en los demás un espejo en el cual mirarnos, y hasta llegamos a reconocernos.

Pero, ¿qué pasa cuando uno pierde ese espejo? ¿Dónde nos miramos?

El miedo nos come. Y no es el miedo de un niño que teme a la oscuridad, o miedo a una película o a una historia de terror... Es miedo a conocerse a uno mismo. Y no sólo miedo a llegar a conocerse, sino al hacerlo, no tener con quién compartirlo.

Es un miedo irracional, al cual ni siquiera podemos mirar de frente. Un miedo que viene de dentro, que nos congela y paraliza ante todo y ante todos.

¿Porqué nadie nos habla de la soledad? Se le da importancia a la familia, a los amigos, a la pareja... Pero no se nos enseña a estar solos. Nadie coje a su hijo y le dice:

''Oye chico, vas a sentirte solo muchas veces en tu vida. Y vas a pasar miedo, y vas a llorar, y vas a sufrir. Pero,¿sabes? Quizás, y sólo quizás, es más importante conocerse a uno mismo antes que aprender a entablar relaciones con otras personas, y no al revés.''

El problema es que, cuando un rayo de esperanza te deslumbra y crees que ya te conoces y te quieres tal y como eres, un demonio se te aparece. Un demonio hecho de inseguridades, de decepciones, de sentimientos a flor de piel, de miedo, de odio...

Ese demonio, que no eres más que tú mismo, te agarra con fuerza y te obliga a mirarle...y  tú lo intentas saciar con un pedacito de carne. Intentas que no hable, que no llore, que no te grite...

Pero poco a poco la carne se te agota, y es más difícil acallarle. Y lo ves a todas horas, en las caras de la gente, en el Sol, en el frío, en la vida en general.

Si uno no quiere acabar volviéndose completamente loco, necesita aprender a convivir con ese dolor profundo y punzante que es uno mismo. Y claro que es difícil bailar con el demonio a tus pies, pero hay que saber cuándo enterrar una parte de nosotros...y sonreír. O morir.


dimecres, 18 de setembre del 2013

¿Valientes?

Todos nos creemos valientes, todos sin excepción. Y esque no es difícil parecerlo: cada mañana al levantarnos, después de lavarnos la cara y vestirnos, nos maquillamos las heridas y salimos a la calle con una sonrisa dibujada.

Protegemos nuestro corazón con una capa rocosa que poco a poco va impidiendo que nos duelan tanto ciertas palabras, las decepciones, las esperanzas frustradas, los sueños rotos... pero esa capa no es perfecta. Siempre queda un huequecito por donde se cuelan los sentimientos más dolorosos, los que de verdad hieren el alma. 

Nos creemos fuertes, capaces de poder con todo, pero de pronto despertamos y estamos en ese oscuro lugar de nuestro ser al que no dejamos entrar a nadie, muchas veces ni siquiera a nosotros mismos.
Y es ahí donde nos encontramos con nuestros demonios cara a cara, donde no podemos fingir insensibilidad, donde realmente somos frágiles y vulnerables.

Somos una especie capaz de creerse sus propias mentiras, de hacer daño a las personas que más amamos, de ser ciegos ante lo evidente y sordos ante lo obvio, de querer más a los otros que a nosotros mismos, de pronunciar un ''estoy bien'' mientras nos tiembla el alma, pero no la voz. Somos una especie idiota...que se cree valiente.

dilluns, 2 de setembre del 2013

Con las ganas...

Tu amor me ha matado. Lenta, dolorosamente. Me ha llenado y me ha vaciado tan rápidamente que no me ha dado tiempo a reaccionar.

Tu amor, cruel y punzante, me ha dejado sóla en un mundo frío y hostil.

Tus manos, tus ojos, tu sonrisa, tus caricias... armas de destrucción masiva contra mi pobre corazón, que se fió, que confió, que se cegó.

Una neblina me impide ver con claridad. Ya no sé si estás ahí,seguramente no... 

Te dejaste mil recuerdos en mi casa, te olvidaste un beso en mi portal, te olvidaste de mí. ¿Por qué me olvidaste? Tiemblo, lloro, pataleo...pero haga lo que haga tú no me miras. ¿Por qué nunca me miras?

Te echo de menos teniéndote al lado, te pido con la mirada que me abraces y me beses...se me cae el cielo encima.

Me pierdo entre tus piernas, tu espalda, tu cuello y tus dedos... pero tú ya no estás. Arañazos, mordiscos, susurros... pero esque ya te has ido.

Y yo estoy tan sóla...


divendres, 23 d’agost del 2013

Laura.

Laura entra lentamente al cuarto de baño y cierra la puerta con pesadez. Es la primera vez en varios días que se encuentra sola en casa, que no tiene que fingir estar bien delante de nadie. Se quita muy lentamente la ropa, que se desliza pesadamente sobre su cuerpo. Se desprende de pulseras, pendientes, reloj y gafas, realizando movimientos monótonos y taciturnos. Lo amontona todo sobre la pila del baño, formando una pequeña montaña de abalorios innecesarios.

Mete un pie en la bañera, y luego el otro. Enciende la alcachofa sin mucho ánimo y la fría temperatura hace que su pequeño cuerpo desnudo se estremezca. La templa un poco y se deja acariciar por el agua, que ya tiene una temperatura más agradable. Se enjabona el pelo y el cuerpo como si estuviese duchando a otra persona incapaz de hacerlo por ella misma, con estima y delicadeza, deteniéndose en cada repliegue de sus imperfecciones y queriéndose, sobretodo queriéndose. Y así, sin enjuagar, se sienta en una esquina de la bañera, abrazada a sí misma, mecida por un ligero temblor no sólo causado por el frío.


 La posición fetal en la que se encuentra le reconforta. Necesitaba un abrazo, y aunque se lo tenga que dar ella misma, es agradable. Apoya la nariz en una rodilla y la mueve un poco en una especie de caricia, regalándose un cariño que él no ha sabido darle. Con las manos se frota suavemente las piernas, hundidas en la espuma que ha proporcionado el jabón. 


Laura está aprendiendo a quererse a sí misma, y le resulta agradable descubrir que su propio afecto le puede satisfacer. Es una chica independiente y autosuficiente en todos los aspectos, y en el emocional no iba a ser menos. Ha dejado de creer que necesita el amor de otra persona para ser feliz, y la soledad de la bañera no le parece tan abrumadora como antes.